miércoles, 11 de septiembre de 2019

Sean misericordiosos como el Padre

24º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Ex 32,7-14  -  1Tim 1,12-17  -  Lc 15,1-32

   San Ambrosio (340-397) sobre las tres parábolas dice lo siguiente:
¿Quiénes son estos tres: el pastor, la mujer, el padre?
¿No serán, por ventura, Cristo, la Iglesia y Dios Padre? (…).
*Cristo te lleva sobre los hombros como hace un pastor.
*La Iglesia viene a buscarte como una madre
*Dios te acoge y te reviste como hace un padre. (Cf. Lucas, VII 208).

Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte
   Mientras Jesús va a Jerusalén, dos grupos opuestos se le acercan:
*Los publicanos y pecadores, personas indeseables y despreciadas.
A todos ellos, Jesús los acoge, les enseña y come con ellos… porque
los pobres indefensos y los insignificantes son los privilegiados de Él.
*También se acercan los fariseos y escribas, pero para murmurar.
Éstos y los sacerdotes del templo que se creen justos, no comprenden
que Dios es un Padre bueno, compasivo y misericordioso con todos.
   Es en este contexto que Jesús narra tres parábolas.
*Empieza hablando de un pastor que ha perdido una oveja,
y de inmediato sale a buscarla, abandonando a las noventa y nueve.
Cuando la encuentra, la carga sobre sus hombros con mucho cariño.
Al volver, invita a sus amigos y vecinos para compartir su alegría.
*Luego, dice que una mujer tiene diez monedas y pierde una.
Al encontrarla, llama a sus amigas y vecinas para decirles:
Alégrense conmigo, porque encontré la moneda perdida.
   En ambos casos, el Profeta de la misericordia concluye diciendo:
Hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte.
Recordemos también lo que dice Jesús en la casa de Leví (Mateo):
No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar
a los justos, sino a los pecadores, para que se conviertan (Lc 5,31).
*El siguiente texto es una buena introducción para la tercera parábola:
¿Puede una madre olvidar o dejar de amar al hijo de sus entrañas?,
pues aunque ella se olvide, yo tu Dios jamás te olvidaré (Is 49,15).

Jesús quiere que todos vivamos como hermanos
   Hace falta que los cristianos practiquemos las enseñanzas de Jesús,
abriendo los brazos para acoger a las personas que viven extraviadas.
   Por diversas causas, ya sean personales, familiares o sociales,
muchos jóvenes andan sin rumbo, son como ovejas sin pastor.
Se asemejan al hijo menor que abandona la “casa de su padre”,
para vivir después -miserablemente- en la “casa de un patrón”,
donde los cerdos son mejor alimentados, no así los trabajadores.
Sin embargo, este hijo decide levantarse y volver a la casa del padre.
   Cuando todavía está lejos, sucede algo increíble y conmovedor.
Su padre lo ve, se le remueven las entrañas, corre a su encuentro,
le abraza y besa. Luego -este padre compasivo- dice a sus servidores:
*Traigan la mejor ropa y vístanle: Con el mejor vestido el hijo menor
recupera su dignidad y, algo importante, se reviste de una vida nueva:
Estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido hallado.
*Colóquenle un anillo en el dedo: El anillo es símbolo de autoridad.
Recordemos a José, el hijo menor, que fue vendido por sus hermanos.
Ya en Egipto, el faraón le dice: Te pongo al frente de todo el país
Luego, se quitó el anillo y se lo pone a José (Gen 41,40ss).
*Pónganle sandalias en los pies: Liberado del hambre y esclavitud,
en adelante vivirá con dignidad… como hijo… como hermano…
*Celebremos un banquete: Invita a los pobres, mancos, cojos, ciegos.
Hoy, al celebrar la Cena del Señor, ¿seguimos el ejemplo de Jesús?
   Entre tanto, el hijo mayor estando cerca, vive alejado de su padre.
Al enterarse que la fiesta era para celebrar la vuelta de su hermano,
el hijo mayor lleno de ira no quiere entrar en la “casa de su padre”.
Al respecto, recordemos a Caín quien también es hermano mayor,
al observar que Dios mira con cariño la ofrenda de Abel y no la de él,
se irrita y lleva a su hermano al campo donde lo asesina (Gen 4,3ss).
   Cuando el padre sale y ruega al hijo mayor a entrar en la casa, éste:
*Humilla a su padre: Tantos años llevo sirviéndote sin desobedecerte,
y nunca me has dado un cabrito para comérmelo con mis amigos.
*Niega y difama a su hermano: Pero cuando llega ese hijo tuyo,
que ha malgastado tu dinero con prostitutas, matas el ternero gordo.
*El padre, en cambio, le trata con cariño y misericordia, y le dice:
Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo.
   En sept 1978, Juan Pablo I dijo: Dios es Padre, más aún, es madre.
No quiere nuestro mal, solo quiere hacernos bien a todos.
J. Castillo A.

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