4º Domingo de Pascua, ciclo B
Hch 4,8-12 - 1Jn
3,1-2 -
Jn 10,11-18
Dada la íntima relación que hay entre el
dueño y su oveja,
al
pueblo judío del AT le agrada invocar a Dios como pastor (Sal 23):
Había un pobre que tenía una ovejita que
había comprado.
El mismo la iba criando y ella iba
creciendo con él y con sus hijos.
Comía de su pan, bebía de su vaso,
dormía en su pecho.
Aquel pobre quería a la ovejita como a
una hija
(2Sam 12).
“Pastor”
se aplica también a las autoridades o dirigentes del pueblo,
quienes,
tanto ayer como hoy, pueden ser buenos o corruptos.
El
pastor malo abandona las ovejas y huye
Actualmente, hay autoridades “creyentes”
-locales y nacionales-,
que
en lugar de servir al pueblo, se
apacientan a sí mismos (Ez 34);
pues,
dominados por el “dios-dinero”: -tienen
sueldos fabulosos…
-viven en casas lujosas… -favorecen a sus familiares y
partidarios…
-hacen obras, pero roban con el perverso
uso de “coimas, adendas”…
-abandonan el país y huyen al extranjero
al ser enjuiciados…
Es
decir: roban, matan, destrozan, abandonan
las ovejas, huyen.
¿Por
qué hay corruptos en países con tantos millones de católicos?,
¿cómo educa
la Iglesia?, ¿qué está haciendo? (Benedicto XVI, 2006).
Los
cristianos no podemos permanecer ciegos,
sordos y mudos:
-ante
el
grito de los campesinos e indígenas, expulsados de sus tierras,
-ante
la
contaminación y destrucción de nuestra madre tierra,
-ante
los crecientes problemas de
corrupción, violencia, injusticia…
Que
no sea letra muerta la voz de nuestros Obispos, en Aparecida:
La riqueza natural de América Latina y
El Caribe experimentan, hoy,
una
explotación irracional que va dejando
una estela de desperdicio,
e incluso de muerte, por toda nuestra región. En todo ese proceso,
tiene una enorme responsabilidad el actual modelo económico,
que privilegia el desmedido afán por la riqueza,
por encima de la vida de las personas y de los pueblos
y del
respeto racional de la naturaleza (DA, 2007, n.473).
Jesús,
el Buen Pastor, da vida entregando su vida
Sigamos a Jesús, oigamos sus enseñanzas y practiquemos
sus obras,
meditando
el Salmo 23 y los siguientes textos del Evangelio de Juan.
*El
Señor es mi pastor, nada me falta.
A
Dios no le agrada: sacrificios, inciensos,
fiestas (Is 1,10ss); porque,
su gloria consiste en que el ser humano
tenga vida
(Ireneo, siglo III).
Por
eso, Jesús, el buen pastor, da vida
entregando su propia vida.
*En
verdes praderas me hace descansar. Al ver a cinco mil personas,
Jesús
ordena que tomen asiento, pues allí había hierba
abundante.
Luego,
agradece a Dios y parte los panes que da
un joven (Jn 6,1-15).
*Me
lleva a las aguas frescas y renueva mis fuerzas.
Jesús
dice a la samaritana: El que beba del
agua que yo le daré,
nunca volverá a tener sed (Jn 4,13ss).
*Me
guía por caminos de justicia, por amor de su nombre.
Según
la ley, una mujer sorprendida en adulterio debe ser apedreada.
Escribas
y fariseos -para acusar a Jesús- le preguntan: Tú ¿qué dices?
Jesús
responde: El que no tenga pecado, tire la
primera piedra (Jn 8).
*Aunque
camine por un valle tenebroso, ningún mal temeré,
porque
tú estás conmigo, tu vara y tu bastón me dan seguridad.
Un
joven -ciego de nacimiento- recupera la capacidad de ver…
Al
final, el que fue ciego se arrodilla ante Jesús y dice: Creo, Señor.
Luego
Jesús añade: He venido a este mundo para
hacer un juicio,
para que los ciegos vean, y los que ven
se queden ciegos
(Jn 9).
*Preparas
para mí un banquete en presencia de mis enemigos.
Jesús
dice a los judíos: Yo soy el pan que da
vida,
el que viene a mí no tendrá hambre, el
que cree en mí no tendrá sed.
Pero, ustedes no creen aunque me han
visto
(Jn 6,35).
*Unges
mi cabeza con perfume. En Betania, durante una cena,
María toma una libra de perfume de nardo
puro, muy costoso,
unge los pies de Jesús y, luego, los
seca con sus cabellos
(Jn 12,1-8).
*Mi
copa está llena. En la boda de Caná, el mayordomo dice al novio:
Tú has guardado el mejor vino hasta
ahora
(Jn 2,1-11).
*Tu
bondad y tu amor me acompañan todos los días de mi vida.
Jesús
dice: Les doy un mandamiento
nuevo: Ámense, como yo les amo.
En esto, todos conocerán que ustedes son
mis discípulos
(Jn 13,34ss).
*En tu
casa, Señor, viviré por siempre.
Juan
y Andrés siguen a Jesús y le dicen: Maestro,
¿dónde vives?...
Ellos al ver dónde vivía, se quedaron
con Jesús
(Jn 1,35-39).
J. Castillo A.
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