miércoles, 21 de noviembre de 2012

Venga a nosotros tu Reino


Jesucristo, Rey del Universo (ciclo B)
Dn 7,13-14 - Ap 1,5-8 - Jn 18,33-37

Mi reino no es como los reinos de este mundo
Para anunciar el Reino de Dios, a Jesús de Nazaret solo le basta:
la autoridad moral de su Palabra… y el testimonio de su Vida
Jesús, el Profeta ligero de equipaje, recorre la región de Galilea,
haciendo todo lo posible para que los hombres y las mujeres tengan
la capacidad de: ver, oír, hablar, levantarse, caminar… (Lc 7,22).
Esta misión, aparentemente inofensiva, fue motivo para que Jesús
fuera condenado a muerte por las autoridades religiosas y políticas:
¿Qué vamos a hacer? Este hombre hace muchos milagros. 
Si lo dejamos que siga, todos creerán en Él, y vendrán los romanos 
y destruirán nuestro lugar santo y nuestra nación. Entonces Caifás
que era el sumo sacerdote les dijo: Conviene que muera un hombre 
por todo el pueblo, y no que toda la nación perezca. A partir de este 
momento tomaron la decisión de dar muerte a Jesús (Jn 11,45-53).
Una vez apresado, Jesús fue juzgado por Caifás y, luego, por Pilato.
Éste, representante del imperio romano, le pregunta a Jesús: Tu nación 
y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Jesús, que conoce muy bien las injusticias que cometen: los romanos,
terratenientes, cobradores de impuestos, autoridades religiosas…
le responde a Pilato: Mi reino no es como los reinos de este mundo.
*Los reyes de este mundo tienen territorio y fronteras que defender…
El Reino de Jesús no está ligado a un territorio, pues Dios es Espíritu 
y los que le adoran deben hacerlo en espíritu y verdad (Jn 4,19-24).
*Los reyes de este mundo mientras oprimen se hacen alabar…
En el Reino de Jesús, sus discípulos son servidores (Jn 13,12-17).
*En el reino de este mundo los lobos rapaces amontonan oro…
En el Reino de Jesús todos son amigos y se esfuerzan por amarse
mutuamente, entregando la propia vida por los amigos (Jn 15,12-15).
*En el reino de este mundo abundan: palacios, tronos, oro, riquezas…
En el Reino de Jesús la cruz es camino a la resurrección (Jn 19,1-24).

Vine al mundo para ser testigo de la verdad
Enseñando Jesús en el templo de Jerusalén, dijo a los judíos:
Si se mantienen fieles a mi palabra, serán realmente discípulos míos, 
conocerán la verdad y la verdad les hará libres. Sin embargo,
después de una larga discusión y al no aceptar las enseñanzas
de Jesús, los judíos cogieron piedras para apedrearlo (Jn 8,31-59).
En el Evangelio de hoy, Jesús -el Profeta del Reino de Dios-
está frente a Pilato el representante del imperio más poderoso.
Pues bien, cuando Pilato pregunta a Jesús: Entonces, ¿tú eres rey?;
Jesús le responde: Tú lo dices. Yo soy rey, para esto he nacido, 
para esto he venido al mundo, para ser testigo de la verdad.
Jesús es rey y vino a este mundo para darnos vida en plenitud.
Sus discípulos no son funcionarios del templo ni del imperio romano;
son creyentes que escuchan y practican las enseñanzas del Maestro,
y siguen los pasos de Jesús para ser como Él: testigos de la verdad.
Por eso, los cristianos no son propietarios de la verdad sino testigos;
no imponen su doctrina, no controlan la fe de los demás, no pretenden
tener razón en todo. Son servidores de la Buena Noticia que libera.
Ante la actual crisis de fe, la Iglesia atraerá cuando vean que su rostro
se parece al rostro de Jesús, y su vida les recuerda la vida de Jesús:
Señor, danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana. 
Inspíranos el gesto y la palabra oportuna frente al hermano solo 
y desamparado. Ayúdanos a mostrarnos disponibles ante quien  
se siente explotado y deprimido… Solo desde los pobres, que son
los hermanos de Jesús, se empieza a comprender todo el Evangelio.
Entonces Jesús dijo a la gente: Salió un sembrador a sembrar
Señor, aumenta nuestra fe para sembrar la Buena Noticia del Reino:
-donde hay egoísmo, sembremos la semilla del Reino de Gracia,
-donde hay pecado, sembremos la semilla del Reino de Santidad,
-donde hay odio, sembremos la semilla del Reino de Amor,
-donde hay muerte, sembremos la semilla del Reino de Vida,
-donde hay mentira, sembremos la semilla del Reino de Verdad,
-donde hay esclavitud, sembremos la semilla del Reino de Libertad,
-donde hay exclusión, sembremos la semilla del Reino de Justicia,
-donde hay guerra, sembremos la semilla del Reino de Paz.
Solo así, todos los hombres y mujeres de buena voluntad tendremos
un motivo para seguir amando y para seguir esperando.
J. Castillo A.

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