32º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
2Mac 7,1-2. 9-14 - 2Tes
2,16-3,5 - Lc 20,27-38
En Jerusalén: -Jesús arroja del templo a los negociantes (Lc 19,46).
-Sus enemigos intentan detenerlo, pero
temen al pueblo (Lc 20,19).
-Otros de mala fe le preguntan sobre el
impuesto al César (Lc 20,22).
En
este contexto, Jesús anuncia que Dios es amigo de la vida, pues
no
es Dios de muertos, sino de vivos. Un día, nuestra vida terrenal
alcanzará
su plenitud en la Vida de Dios.
Nuestros trabajos,
sufrimientos
y alegrías, se convertirán por fin en
Felicidad eterna.
Los
saduceos niegan la resurrección
En la época de Jesús, el grupo de los saduceos eran pocos,
pero
con una enorme influencia en lo político,
económico y religioso.
Entre
sus miembros hay terratenientes y
sacerdotes muy ricos.
-Conservan sus privilegios apoyando a
los dominadores romanos.
-Solo aceptan los cinco primeros libros
de la Biblia (=Pentateuco),
interpretados
según sus intereses… y dejan los otros libros del AT,
donde
hay textos que contradicen de raíz su mentalidad y falsa piedad.
-Viven de una manera egoísta y solo
piensan en esta vida terrenal.
-Niegan la resurrección porque -según
ellos- no se habla claramente
en
los libros del Pentateuco (Gen Ex Lev
Num Deut).
Los
saduceos desaparecen el año 70 con la destrucción de Jerusalén.
Sin
embargo, su manera de pensar y de vivir está presente hoy en día.
*En una orilla encontramos: -Ricos que comen y viven a todo lujo.
-Autoridades que siguen y cumplen las
consignas del neoliberalismo.
-Inversionistas sordos al grito de los pobres y al clamor de la
tierra.
-Funcionarios que usan la religión para
manipular al pueblo.
*En la otra orilla: Están la multitud de niños, adultos y ancianos,
en una palabra, de personas humanas
concretas e irrepetibles,
que
sufren el peso intolerable de la miseria (SRS, 1987, n.13).
¿Se
justifica este abismo en países con
millones de cristianos?
Algo
está claro, la práctica de los antiguos
y nuevos saduceos,
contradice
las enseñanzas y las obras de Jesús,
amigo de la vida.
El
Señor no es Dios de muertos, sino de vivos
Jesús desenmascara la hipocresía de los
saduceos
que engañan a la
gente pobre, interpretando mal la Palabra de Dios.
En efecto, para
negar la resurrección utilizan el libro del Deut 25,5s.
Según el texto
paralelo de Marcos, los saduceos están equivocados,
porque no
conocen las Escrituras ni el poder de Dios (Mc 12,24).
Jesús
-empleando el libro del Éxodo aceptado por los saduceos-
hace referencia
a la aparición de Dios a Moisés para decirle: Yo soy
el Dios de tus
padres, el Dios de Abrahán, de Isaac, de Jacob.
He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído sus lamentos,
conozco sus sufrimientos. Por eso he bajado para liberarlo…
Ahora, anda, yo te envío al faraón… Yo estaré
contigo
(Ex 3,1ss).
Teniendo
presente este contexto, Jesús responde a los saduceos:
El Señor no es
Dios de muertos, sino de vivos.
Aquellos
saduceos, ¿se habrán convertido… o seguirán engañando?
Jesús nos da a conocer el verdadero rostro de Dios: Es un Padre
que actúa con
entrañas de misericordia ante toda miseria humana,
y su gloria
consiste en que los seres humanos tengan
vida plena.
Para
el creyente, la muerte es puerta de
salida de la vida terrenal,
y, al mismo
tiempo, puerta de entrada en la vida
plena y definitiva:
La vida de los que en ti creemos, Señor, no termina,
se transforma,
y, al deshacerse nuestra morada terrenal,
adquirimos una mansión eterna en el cielo (Prefacio I de
difuntos).
Que
“los actuales saduceos…” oigan la denuncia del profeta Isaías:
Los jefes de mi pueblo están ciegos, no se dan cuenta de
nada.
Son perros mudos, que no pueden ladrar… les encanta
dormir.
Son perros hambrientos que nunca se llenan. Son autoridades
que no entienden nada, solo buscan sus intereses (Is 56,10s).
Si
de veras amamos a Dios, seamos como Él amigo
de la vida:
Señor, tú tienes
compasión de todos, porque todo lo
puedes.
No te fijas en los pecados de los hombres, para que se
arrepientan.
Amas a todos los
seres y no aborreces
nada de lo que has hecho.
Si hubieras odiado alguna cosa, no la habrías
creado… Perdonas
a todos porque son tuyos, Señor, amigo de la vida (Sab 11,23ss).
Siguiendo el ejemplo de Jesús, pongamos vida donde hay muerte:
-Yo vine para que tengan vida, y la tengan en abundancia (Jn 10,10).
-Yo soy la
resurrección y la vida. Quien cree en mí aunque
muera vivirá.
Quien vive y cree en mí, no morirá para siempre (Jn
11,25s).
J. Castillo A.
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