Santísima Trinidad, ciclo C
Prov 8,22-31 - Rom
5,1-5 -
Jn 16,12-15
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos
dan vida plena.
Justamente, en el Evangelio de hoy, Jesús
dice a sus discípulos:
Tengo muchas cosas que decirles, pero no
pueden comprenderlas.
Luego anuncia: El Espíritu de la verdad les guiará a la verdad plena.
Refiriéndose al Padre dice: Todo lo que tiene el Padre es mío.
Creemos
en Dios, Padre compasivo y misericordioso
Creados a imagen y semejanza de Dios,
procuremos vivir
como
hijos e hijas de un Padre que nos ama y nos perdona.
Este
Padre tiene un proyecto: El Reino de Dios
y su justicia,
y
nos invita a construir una sociedad más justa y digna para todos,
de
preferencia para sus hijos e hijas más necesitados e indefensos.
Reflexionemos
en los siguientes textos, poniéndolos en práctica:
*No explotes ni maltrates a los emigrantes,
porque ustedes también fueron emigrantes
en Egipto.
No explotes a las viudas ni a los huérfanos…
Si prestas dinero a una persona pobre de mi pueblo que tú conoces,
no seas como el usurero exigiéndole
intereses.
Si esa persona te da su manto como
garantía de un préstamo,
se lo devolverás antes de la puesta del
sol,
pues es lo único que tiene para protegerse
del frío.
Si no, ¿con qué dormirá?
Y si esa persona me pide ayuda,
yo le escucharé porque soy compasivo (Ex 22,20ss).
*Cuando ustedes oren, no sean como los
hipócritas,
que rezan de pie en las sinagogas y en
las esquinas de las plazas,
para que la gente los vea… Ustedes deben
orar así:
Padre
nuestro, que estás en
el cielo…
Danos
hoy nuestro pan de cada día…
Perdona
nuestras ofensas…
(Mt 6,5-13).
*Sean compasivos
como es compasivo el Padre de ustedes (Lc 6,36).
Creemos
en Jesucristo, que murió y resucitó
En el discurso de despedida, Jesús dice a sus discípulos:
Tengo muchas cosas que decirles, pero no
pueden comprenderlas.
Recordemos
que cuando Jesús anuncia su muerte y
resurrección,
sus
discípulos buscan intereses mundanos: poder, primeros puestos…
Sin
embargo, después de recibir la fuerza del Espíritu Santo,
todos
ellos anuncian -en medio de persecuciones- a Jesús resucitado.
Al
respecto, recordemos lo que dice Pedro en la casa de Cornelio:
Dios acepta a quienes le respetan y
practican la justicia…
Ustedes ya saben lo sucedido en Judea, a
partir del bautismo de Juan.
Cómo Dios ungió a Jesús de Nazaret con
el Espíritu Santo y poder.
Él
pasó haciendo el bien y sanando a los enfermos,
porque
Dios estaba con Él.
Y nosotros somos testigos de todo lo que
hizo en Judea y Jerusalén,
y
de cómo le dieron muerte colgándolo de un madero.
Pero
Dios lo resucitó al tercer día… (Hch 10,34ss).
Como
Jesús, hagamos el bien a las
personas que necesitan:
pan… agua… acogida… vestido… salud…
liberación…
(Mt 25).
Solo
así seremos “benditos” porque Dios está
con nosotros.
Creemos
en el Espíritu Santo, padre amoroso del pobre
Qué difícil es anunciar el mensaje de
Jesús, en una sociedad:
-donde
se pisotea al otro para trepar, mandar, amontonar dinero…
-donde
“la gente bien” explota, desprecia y excluye a los pobres…
-donde
hay lobos disfrazados de ovejas que roban,
matan, destrozan.
Aquellas
personas, como dice Jesús: Prefieren las
tinieblas a la luz…
Los que hacen el mal odian la luz, y no
se acercan a la luz,
para que no se descubra sus malas
acciones
(Jn 3,19s).
Ante
esta realidad que sucede en países cristianos como el nuestro,
Jesús
nos anima a anunciar su mensaje, fortalecidos por el Espíritu:
Cuando
venga el Espíritu de la verdad, les guiará a la verdad plena.
El
siguiente mensaje del apóstol Pablo tiene mucha actualidad:
Los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios.
Ustedes recibieron, no un espíritu de
esclavitud, para tener miedo,
sino el Espíritu de hijos adoptivos de Dios.
Por este
Espíritu nos dirigimos a Dios diciendo: ¡Abbá! ¡Padre!
Y
este mismo Espíritu se une a
nuestro espíritu
para dar testimonio de que somos hijos
de Dios
(Rom 8,14s).
J. Castillo A.
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