5º Domingo de Cuaresma, ciclo C
Is
43,16-21 - Flp 3,8-14
- Jn 8,1-11
Ciertamente es inmoral usar a una persona para condenar a
otra.
*Herodías (mujer de Herodes) odia a Juan Bautista y usa a su hija,
para
que el profeta Juan muera decapitado en la cárcel (Mc 6,14ss).
*Con esta misma maldad actúan los fariseos y maestros de la ley,
quienes
usan a una mujer adúltera para
tenderle una trampa a Jesús.
*Mientras los hipócritas se van avergonzados, Jesús salva a la mujer.
La
ley de Moisés manda apedrear a las adúlteras
En nuestra sociedad del siglo XXI
mayoritariamente católica,
hay
mujeres usadas y abusadas
sexualmente desde niñas,
pues
muchas de ellas no tienen educación,
trabajo, salario digno, etc.
Sin
embargo, cuando aquellas mujeres consideradas “pecadoras”,
juntamente
con las madres solteras y las esposas abandonadas,
luchan por su dignidad y sus derechos
humanos más elementales,
tienen
que enfrentarse a personas y autoridades machistas
y racistas.
Al
respecto, el Nuncio en el Perú Mons. Nicola Girasoli dice:
Cada
lágrima de una mujer provocada por la violencia machista
es
una espina en el corazón de Jesús (Homilía, 2 marzo 2019).
Después
de haber orado toda la noche en el
monte de los Olivos,
al
amanecer, Jesús va al templo y al ver
tanta gente se pone a enseñar.
En
ese momento, -sin hablar del varón- los escribas y fariseos
traen
a una
mujer sorprendida en adulterio. La colocan en medio,
y
dicen: Maestro, la ley de Moisés nos
manda apedrear a esta mujer.
Luego,
para comprometerlo y acusarlo le preguntan: Tú, ¿qué dices?
Con
esta breve pregunta ponen a Jesús entre
la pared y la espada:
*Si
Jesús acepta apedrear a aquella
mujer desprotegida,
¿podrá
decir: Misericordia quiero y no
sacrificios (Mt 9,13; 12,7)?
*Si
Jesús dice no la apedreen, se hace
cómplice del pecado
de adulterio,
además,
al no observar la ley es motivo suficiente para ser condenado.
*Pero
aquellos hipócritas se retiran…
porque el Profeta de Nazaret
no
desautoriza la ley sino que la supera con un gesto de
misericordia.
El
que esté sin pecado, que le tire la
primera piedra
Con esta frase, Jesús desenmascara “la hipocresía” de los
escribas
y
fariseos… y también de muchos de nosotros “creyentes”, porque:
*Nos fijamos en la paja que hay en el ojo de otra persona,
sin
mirar el tronco que hay en el nuestro
(Mt 7,1-5).
*Descuidamos la justicia, la misericordia, la
fe…
*Colamos un mosquito, pero nos tragamos
un camello (Mt 23,23s).
*Imponemos cargas insoportables a los demás, y nosotros
ni
siquiera movemos un dedo para ayudar a llevarlas (Lc 11,46).
Para
no encerrarnos en normas que nos hacen jueces implacables
(EG,
49), reflexionemos en lo que dice el joven Daniel
a
uno de los ancianos que ha calumniado a Susana esposa de Joaquín:
Viejo en años y en crímenes, ahora van a
recaer sobre ti
los pecados que cometiste en otro
tiempo, al dar sentencias injustas:
condenando
a los inocentes y absolviendo a los culpables.
Actuabas en contra del mandato del Señor
que dice:
No matarás al inocente ni al justo (Dan 13,52s).
Yo
tampoco te condeno. Vete y no vuelvas a pecar
Cuando los expertos religiosos se alejan
empezando por los viejos,
Jesús
se levanta y pregunta a la mujer: ¿Nadie
te ha condenado?
Ella
contesta: Nadie, Señor. Fue entonces
cuando Jesús le dice,
(y
nos dice): Yo tampoco te condeno. Vete y no vuelvas a pecar.
Aquella
mujer cambia de vida al descubrir el
perdón incondicional,
que
Jesús -compasivo y misericordioso como el Padre- le ofrece.
Jesús
vino al mundo no para condenar sino para salvar (Jn 3,17).
Jamás
debemos olvidar que las enseñanzas y
obras de Jesús
son
para
liberar,
y de ninguna manera para oprimir, marginar, excluir.
Por
eso, en una ocasión (Mc 2,23-28), Jesús como buen Maestro dice:
El
sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado.
En
la homilía sobre Juan 8,1-11, Mons. Oscar Romero dice:
*Jesús ama y ha venido precisamente a salvar a
los pecadores
y aquí tiene un caso. Convertirla es mucho mejor que apedrearla.
Perdonarla
y salvarla es mucho mejor que condenarla (…).
*En nombre de Dios y en nombre de este sufrido
pueblo
cuyos lamentos suben hasta el cielo cada
día más tumultuosos,
les
suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios:
¡Cese la
represión...! (Domingo, 23 de marzo de 1980).
J. Castillo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog