viernes, 16 de julio de 2021

Vacaciones con Jesús (18 de Julio)

  Textos del día: Jr. 23,1-6; Salm 22, 1-6; Ef 2,13-18; Mc 6,30-34


Estamos en pleno verano. Tiempo de vacaciones, oportunidad para cambiar de actividad, para viajar y conocer otros mundos, otras culturas, otros modos de vivir. 

Hay quienes se embarcan en viajes programados, con los días y las horas marcadas, el calendario y el reloj imponiendo su ritmo; vacaciones que no son sino  una especie de cambio de lugar pero sumergidos en los mismos ruidos de una vida acelerada. Cuando se viven así las vacaciones,  cambiando el espacio físico  pero dejando intacto el interior,  la ansiedad  y la inquietud persisten, aunque se aparquen de momento. 

Otros, más sabios, tal vez ayudados por la prevención que impone la pandemia, aprovechan estos días para vivir unos días de mayor aislamiento del exterior. 

Pero también hay quien al retiro del exterior le añaden el ejercicio del retiro espiritual. Éstos eligen un espacio y un tiempo adecuados para hacer jornadas de silencio que propicien el encuentro consigo mismo bajo la atenta mirada de Dios. Aquí, el interés que se pretende es  la sanación interior, que necesariamente propiciará  mejoras en el exterior. 

El mejor hotel para tu viaje interior se llama Jesús. ¿Qué tal si aprovechas para adentrarte estos días en su corazón?


Vaciarte de todo para hacerle sitio a Dios

Si nos remitimos al origen etimológico de la palabra “vacaciones”, encontramos que ésta viene “del latín vacans, participio del verbo vacare: estar libre, desocupado. Está detrás el término vacuus: vacío, desocupado libre. Me gusta esta palabra, vacío (nada), por lo que tiene de resonancias místicas. 

Hacer vacaciones es, en el sentido último, vaciarse, soltar, desprenderse. Cuando tomamos vacaciones ¿no lo hacemos con el ánimo de desprendernos del tedio, la rutina, el cansancio de cada día? Sí. A esto es a lo que invita Jesús a los suyos tras unos días de intenso ajetreo misionero: "volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado" y Él les dijo -´Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar´. 

Cuando Jesús pronuncia estas palabras  a los Doce estaban recién venidos de una misión a la que Jesús "los envió de dos en dos" (Mc 6.7). El cansancio hizo mella en ellos, "porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer” (Mc 6,30-32) (Mc 6,30-32). 

Ahora Jesús los invita a un retiro de vacaciones,  no a un tiempo para divertirse alienándose en medio de una multitud que huye de sí misma, sino a un tiempo para relajarse y concentrarse en lo verdaderamente importante: la propia realidad personal ante Dios.


Cuidarse uno mismo

Fue consciente Jesús de que el servicio al prójimo no es posible sin el cuidado propio. ¿Qué podré dar a los demás si estoy lleno de preocupaciones y nerviosismo? ¿Cómo mantener mi ritmo de trabajo y de dedicación a la causa del amor: la familia, los amigos, la parroquia, la asociación benéfica, etc., si no dedico tiempo a mi formación y mi crecimiento espiritual?

El apóstol necesita momentos, incluso días, de retiro para vaciarse de “tonterías” y llenarse de Dios; tiempo para dejar a Dios ser Dios en la propia vida, para abandonarse y cincelar su alma según el modelo de persona que es Jesucristo; sólo así podrá luego actuar hacia fuera con la misma compasión que el Maestro: “Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma” (Mc 6,34)

"Se puso a enseñarles con calma", dejando que la vida divina cale lenta y profunda en el corazón. El mundo necesita espiritualidad y la busca; la vida cansa; la lucha diaria puede agotar  los ánimos. ¿Dónde encontrar las fuerzas para seguir? Ciertamente no en las ideas y los proyectos, sino en el silencio y la calma del corazón. Ahí puedes encontrar a Jesús y su enseñanza sanadora y redentora. ¡Hay que fortalecer esta parte de nosotros; porque ahí está   la energía necesaria para seguir en la brecha!

¿Qué sería de los derechos humanos sin hombres que llenaran su corazón con la fuente de donde brotan esos derechos? ¿Qué sería de la vida personal y social sin una espiritualidad que la ilumine y la sostenga? Y la espiritualidad no es algo abstracto, sino concreto, un sentimiento real y palpable que se alimenta con el recogimiento, el retiro y la percepción equilibrada de uno mismo adquirida ante el Espíritu de Dios. 

Una espiritualidad es un dinamismo interior que progresivamente va liberando el corazón de apegos y esclavitudes. Poco a poco rompe las cadenas que impiden vivir en libertad. Porque andamos atados a nuestro ego, incapaces de romper la cuerda que limita nuestros movimientos. Esa libertad no se alcanza huyendo. ¡Ignorante el que crea que sólo viajando y entreteniendo la vida alcanzará la plenitud! El retorno a la rutina del trabajo suele ser muy decepcionante para éstos.

A la verdadera libertad se llega empezando por mí, entrando en mí mismo y tomando posesión de mi propio “ser”, reconociendo quien y como soy; activando en mi corazón un “querer” nuevo según el modelo de Cristo, porque no siempre mis obras responden a mis deseos más profundos.


Dejar todo para poseerlo todo.

La multitud sigue a Jesús esperando de él una respuesta a sus situaciones personales y sociales. ¿Y qué les enseña? Algo tan simple y hermoso como que Dios ha llegado, que su Reino está en medio de nosotros (cf Lc 17,21), que este Reino "no es comida y bebida, sino justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo" (Rm 14,17). Que Dios es bueno, como un pastor que cuida y ama a su rebaño (Salmo 22); que no hay que temer vivir y trabajar la justicia, porque ya ha llegado el Reino y su Mesías, ese del cual el profeta Jeremías dijo que salvaría a Israel y “lo llamarán con este nombre: ´El-Señor-nuestra-justicia´.” (Jr 23,6). 

Bueno, todo esto es "teología". Siendo más directos diríamos que  les enseñó  algo tan simple como ésto: ¿Por qué andáis agobiados por vuestros problemas? ¿Nadie os ha dicho que Dios es Padre misericordioso? Dios es bueno y te da su paz. No estás solo o sola y sin recursos en la lucha de la vida, Dios está contigo. No debes temer nada, mi vara y mi callado de Buen Pastor, no es  palo para castigarte sino apoyo para sosegarte (Sal 22, 4). No temas, porque he "abolido la ley con sus mandamientos y reglas, haciendo las paces, para crear en ti un hombre nuevo. En la Cruz he dado muerte al odio” (cf Ef 2,13-18). He conquistado para ti la paz, lo único que tienes que hacer es venir conmigo, ponerme en el centro de tu pensamiento, tu corazón y tu conducta.


* * *

Tal vez todo lo dicho te suene a teoría, a discurso religioso elaborado. Y lo es si te limitas a leerlo con una mente obtusa y clasificadora; pero si haces un ejercicio de meditación, si buscas un lugar y un espacio en el que pacificar  tu mente y tu cuerpo, un tiempo para dejarte mirar por Dios, tal vez entonces puedas salir de tu ignorancia y aprender la importancia que tiene vivir sintiéndote a ti mismo en Jesús.  

¡Inténtalo!: Aparta tu vista unos minutos de la pantalla en la que estás leyendo esto, respira profundamente , cierra los ojos, y siente la mirada de Jesús sobre ti; “mira que te mira”, como decía Santa Teresa: te mira y te dice: “ven conmigo a un sitio tranquilo a descansar un poco”. ¿No es una invitación hermosa? Con serenidad, sin violencia interior, deja a un lado las superficialidades en las que tienes puesta la vida, y facilita que el Amor de Dios (Jesucristo) empape cada rincón de tu casa.

Esto es hacer vacaciones en profundidad: des-ocuparte y des-apegarte de lo que te agobia y aprisiona, vaciarte de todo y llenarte de Dios. No hay mejor reconstituyente. San Juan de la Cruz, en un texto memorable, resume el camino para unas vacaciones santas; un tiempo para vaciarte de todo lo inútil y ofrecerle tu espacio a Dios. Sabes que los placeres que buscas en vacaciones no son sino una tregua a tus sufrimientos; porque la idolatría del gusto sensual sólo conduce al agotamiento. "Vacar" es "vaciar", dejar todo lo que sabes que no llena tu vida, aunque tu ego se empeñe en lo contrario.  La felicidad plena no está en la acumulación de bienes y e experiencias sensuales, está en la renuncia. No viene mal ahondar estos días en la enseñanza de san Juan de la Cruz:

"Para venir a gustarlo todo,
no quieras tener gusto en nada.
Para venir a poseerlo todo,
no quieras poseer algo en nada.
Para venir a serlo todo,
no quieras ser algo en nada.
Para venir a saberlo todo,
no quieras saber algo en nada.
Para venir a lo que no eres,
has de ir por donde no eres

Cuando reparas en algo,
dejas de arrojarte al todo.
Porque para venir del todo al todo,
has de negarte del todo en todo.
Y cuando lo vengas del todo a tener
has de tenerlo sin nada querer.
Porque, si quieres tener algo en todo,
no tienes puro en Dios tu tesoro".

Hoy Jesús te dice “Ven conmigo a un sitio tranquilo a descansar un poco”. Si tienes unos días, aprovecha para hacer silencio, para entrar en tu morada y hacer un viaje interior. Conociendo el perfil misericordioso del corazón de Jesús, tú mismo gustarás y amarás ser  compasivo contigo mismo, con todos y con todo. 

Casto Acedo. Julio 2021. Paduamerida@gmail.com

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