20º Domingo, Tiempo Ordinario, ciclo C
Jr 38,4-10 - Heb
12,1-4 -
Lc 12,49-53
Es injusto que las empresas
multinacionales del “primer mundo”,
hacen
en “continentes pobres” lo que no se les permite en sus países,
a
saber, destruir nuestra casa común… y
explotar a los pobres…
Ante
éstas y otras injusticias, Jesús nos sigue diciendo:
Vine a prender fuego en el mundo… Vine a
traer división en la tierra.
Vine
a prender fuego en el mundo
Jesús es
signo de contradicción (Lc 2,34). Su mensaje viene a ser:
buena
noticia para los pobres y mala noticia para los ricos (Lc
6,20ss).
¿Qué
hacer cuando el actual modelo económico favorece a los ricos,
a
costa de la vida de los pobres y destrucción de la tierra? (DA, 473).
Para
responder, tengamos
presente las denuncias del Papa Francisco:
Las empresas multinacionales, al cesar
sus actividades y retirarse,
dejan
graves problemas: desocupación,
pueblos sin vida,
agotamiento de algunas reservas
naturales, deforestación,
empobrecimiento de la agricultura y
ganadería local,
cráteres, cerros triturados, ríos
contaminados,
y algunas obras sociales que ya no se
pueden sostener
(LS, n.51).
Más
adelante (en el nº 52), el Obispo de Roma añade:
La
tierra de los pobres del Sur es rica y poco
contaminada.
Sin embargo, el acceso a la propiedad de
los bienes y recursos
para satisfacer sus necesidades vitales les está prohibido,
por
un sistema perverso de relaciones comerciales y de propiedad.
Este
sistema perverso busca eliminar no la pobreza sino a los pobres.
Por
éstas y muchas otras injusticias, dejémonos encender
por
el fuego que lleva Jesús en su corazón,
diciendo confiadamente:
Ven,
Espíritu Santo… Llena los corazones de tus fieles,
y
enciende en ellos el fuego de tu amor.
Lava
lo que está manchado. Riega lo que es árido.
Sana
lo que está enfermo. Doblega lo que es rígido.
Calienta
lo que es frío. Dirige lo que está extraviado.
Vine
a traer división a la tierra
Jesús sigue su camino a Jerusalén donde
morirá crucificado.
Ante
esta triste realidad que le espera, Jesús dice a sus discípulos:
¡Qué angustia siento hasta que esto se
haya cumplido!
Luego
añade: ¿Piensan que vine a traer paz a la tierra?
No
he venido a traer la paz sino la división.
La
paz que Jesús nos ofrece va a crear división en la tierra,
porque
su paz es diferente de la “paz” que
imponen los corruptos:
*Todos
ellos, grandes y pequeños, solo
buscan riquezas mal habidas.
Profetas
y sacerdotes se dedican a
engañar.
Curan las heridas de mi pueblo diciendo:
paz, paz, y no hay paz.
Debería darles vergüenza de hacer esas
cosas que no las soporto.
Pero ni siquiera tienen vergüenza, ni
saben sonrojarse
(Jr 6,13ss).
Sobre
la paz que Jesús nos da, nuestros obispos dijeron en Medellín:
*La
paz es, ante todo, obra de la justicia.
Supone y exige la instauración de un
orden justo
en el que las personas puedan realizarse
como personas,
en donde su dignidad sea respetada,
sus legítimas aspiraciones satisfechas (…).
El paso de condiciones menos humanas a
condiciones más humanas,
es el nombre nuevo de la paz.
*La
paz, en segundo lugar, es un quehacer permanente.
El cristiano es artesano de la paz.
Esta tarea, dada la situación descrita
anteriormente,
reviste un carácter especial en nuestro
continente;
para ello, el Pueblo de Dios en América
Latina,
siguiendo el ejemplo de Cristo deberá
hacer frente
con audacia y valentía al egoísmo e
injusticia personal y colectiva.
*La
paz, finalmente, es fruto del amor.
La solidaridad humana se realiza
verdaderamente en Cristo
quien da la paz que el mundo no puede
dar. El amor es el alma
de la justicia. El cristiano que trabaja
por la justicia social
debe cultivar siempre la paz y el amor en
su corazón.
La paz con Dios es el fundamento de la
paz interior y de la paz social.
Por lo mismo, allí donde dicha paz
social no existe,
allí donde hay injustas desigualdades
sociales, políticas, económicas
y culturales, hay un rechazo del don de
la paz del Señor,
más aún, un rechazo del Señor mismo (2 La Paz,
n.14).
J. Castillo A.
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