1º Domingo de Cuaresma, ciclo C
Deut 26,4-10 - Rom
10,8-13 - Lc 4,1-13
Cuaresma es un tiempo favorable para convertirnos, es decir,
para
cambiar: nuestro corazón y nuestra manera de pensar y de vivir,
sobre
todo, cuando buscamos: tener… poder… figurar…
que
son las tentaciones que el diablo
(figura del mal) le pone a Jesús.
Tentar
es poner a prueba a una persona, es decir, probar su fidelidad.
Di
a esta piedra que se convierta en pan
Jesús durante cuarenta días no come nada
y, al final, tiene hambre.
Fue
entonces cuando el diablo le pide convertir la piedra en pan,
pero
Jesús le responde: No solo de pan vive el hombre (Deut 8,2s).
Jesús
sabe que el anhelo más profundo de todos, ricos y pobres,
no
se satisface solo con el alimento material. Por eso, más tarde dirá:
Trabajen no por un alimento que se
acaba,
sino por el alimento que permanece y que
da vida eterna.
Este es el alimento que les dará el Hijo
del Hombre
(Jn 6,26s).
En
nuestros días, hay empresas poderosas y personas particulares,
que
explotan a los pobres y destruyen la tierra para amontonar oro…
No
les interesa oír el grito de los pobres ni el grito de la
tierra.
Las
consecuencias de esa industrialización
salvaje y descontrolada
están
a la vista: solo veintiséis personas
poseen la misma riqueza,
que
los tres mil ochocientos millones de
personas que vienen a ser
la
mitad más pobre de la humanidad (Cf. Informe 2019 de Oxfam).
En
vez de tener… seamos seguidores de Jesús con nuestras obras:
Yo ayudaba al pobre que pedía socorro y al
huérfano indefenso.
Por mi ayuda el vagabundo me agradecía y las
viudas se alegraban.
La justicia y la honradez eran parte de
mi ser, eran mis vestidos.
Yo era: -ojos para el ciego, -pies para el
lisiado,
-padre de los pobres, -defensor de los
extranjeros
(Job 29,12-16).
Para
ello, debemos tener hambre de la
Palabra de Dios,
y
hacer acciones concretas para que no haya hambre
del pan,
sobre
todo, para tantos niños desnutridos que sufren anemia.
Te
daré el poder y la gloria, si te arrodillas ante mí
Después, el diablo lo lleva a un lugar
muy alto y, desde allí,
Jesús
mira los reinos de la tierra, donde hay opresores y oprimidos.
Mientras
Jesús busca introducir el Reino de Dios y
su justicia,
el
diablo le ofrece: poder y gloria, si se
arrodilla delante de él.
Jesús
reacciona diciendo: Al Señor, tu Dios, adorarás (Deut 6,10-15).
Actualmente,
hay hombres y mujeres que no necesitan más dinero,
sin
embargo, la ambición los lleva a
postrarse ante el oro y la plata.
Son
como el pueblo hebreo, se olvidan que Dios los liberó de Egipto,
y
prefieren adorar un becerro de oro
hecho con sus manos (Ex 32).
Ojalá,
aquellos ambiciosos oigan esta denuncia
de los pobres:
Cuando ustedes: -hayan envenenado el
último río…
-hayan cortado el último árbol… -hayan
matado el último animal…
el oro que amontonaron explotando al
pobre y destruyendo la tierra,
no servirá ni para beber ni para comer,
pero entonces ya será demasiado tarde (Sabiduría
Indoamericana).
Si
eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo
Luego -desde lo más alto del templo- el
diablo le dice a Jesús:
Tírate de aquí abajo… Dios mandará que
sus ángeles te cuiden;
es
decir, usa a Dios para que tengas: fama, prestigio, popularidad…
Jesús
reacciona diciendo: No tentarás al Señor, tu Dios (Deut 6,16).
¿Es
justo que ciertas autoridades y personas particulares,
viajen
de cumbre en cumbre con el dinero de
todos nosotros,
mientras
los pobres marginados sobreviven de
abismo en abismo?
Jesús
que vino a servir (Lc 22,27; Jn
13,13ss), nos sigue diciendo:
*Cuando den limosna no lo publiquen a los cuatro vientos,
como hacen los hipócritas para que la gente hable bien de ellos…
*Cuando oren
no hagan como los hipócritas, que
rezan de pie
en las sinagogas y en las plazas, para
que la gente los vea…
*Cuando ayunen
no pongan cara triste como hacen los
hipócritas,
para que la gente vea que están ayunando… (Mt 6, 2. 5.
16).
El
evangelio termina así: El diablo se marchó hasta otra ocasión,
que
llega cuando Jesús crucificado sigue siendo tentado (Lc 23,35ss):
*Salvó a otros, ahora que se salve a sí mismo
(la gente y los jefes).
*Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a
ti mismo (los soldados).
*Si eres el Mesías, sálvate y sálvanos
(uno de los malhechores).
Padre, no nos dejes caer en la tentación
(Lc 11,1-4).
J. Castillo A.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu comentario puede ayudar a mejorar este blog