3º Domingo de Adviento, ciclo C
Sof 3,14-18 - Flp
4,4-7 -
Lc 3,10-18
Las personas que han ido para que el
profeta Juan les bautice,
-al
oír sus enseñanzas- preguntan: ¿Qué debemos hacer?
Un
joven rico llega corriendo, se arrodilla ante Jesús y le pregunta:
¿Qué
debo hacer para heredar la vida
eterna? (Mc 10,17ss).
Cuando
Pedro y los Once anuncian que Jesús resucitó, los que oyen
-muy
conmovidos- preguntan: ¿Qué debemos hacer? (Hch 2,36s).
No
basta decir… debemos hacer la voluntad de Dios (Mt 7,21).
Compartir
tu pan con el hambriento
Los que se van a bautizar, preguntan: ¿Qué
debemos hacer?
Juan
el Bautista, siguiendo lo dicho por el profeta Isaías (58,7),
responde:
El
que tenga dos abrigos, dé una al que no tiene,
y
el que tenga para comer haga lo mismo.
El
hambre, la sed, la desnudez, la enfermedad… no se solucionan,
con
discursos, promesas, reuniones, ni con proyectos tranquilizantes,
porque
no van a las causas de tanta
injusticia, violencia, corrupción.
Hacen
falta acciones concretas y gestos de verdadera solidaridad.
Tanto
en el campo como en la ciudad, hay
devotos del Niño Jesús,
que
en vez de ayudar a las personas necesitadas,
prefieren
echar la casa por la ventana: alquilar
costosos disfraces…
bailar al compás de orquestas y bandas…
comer… embriagarse…
¿Quiénes
son los que se benefician con tantos gastos superfluos?
Ojalá
tengamos la capacidad de oír el mensaje del profeta Isaías:
Esto dice el Señor: Aborrezco sus solemnidades y fiestas.
Cuando ustedes levantan las manos para orar, yo cierro los ojos.
Por más que multipliquen sus oraciones, yo no las escucho.
Sus manos están manchadas de sangre, lávense, purifíquense.
Aparten
de mi vista sus malas acciones. Dejen de hacer el mal.
Aprendan a hacer el bien. Esfuércense en hacer
lo que es justo.
Ayuden al oprimido. Hagan
justicia al huérfano.
Defiendan
los derechos de la viuda (Is
1,14ss; cf. Amós 5,21ss).
No
cobren más de lo debido
Los publicanos, cobradores de impuestos
para el imperio romano,
eran
despreciados -en aquella época- por ser explotadores y ladrones,
pues
exigían sumas superiores a las establecidas. Sin embargo,
los
que piden ser bautizados, preguntan: ¿Qué debemos hacer?
A
todos ellos, Juan les dice: No cobren más de lo debido.
Muchos
de ellos vivirán un cambio radical
al lado de Jesús.
Ejemplo.
Al ver a un hombre llamado Mateo, cobrador de impuestos,
Jesús
le dice: Sígueme. Mateo se levanta y le sigue.
Después,
muchos publicanos, pecadores y gente de mala vida,
llegan
a la casa y se sientan a la mesa con Jesús y sus discípulos.
Cuando
los fariseos empiezan a murmurar, Jesús les dice:
Misericordia
quiero, y no que
ofrezcan sacrificios.
No he venido a llamar a los justos, sino
a los pecadores (Mt 9,9ss).
La
salvación de Dios no está reservada solo a “los elegidos”,
se
ofrece a todos, incluso a los que consideramos personas “indignas”:
los
alcohólicos, los drogadictos, los vagabundos, las prostitutas…
No
maltraten a nadie, ni hagan denuncias falsas
También algunos militares le preguntan: ¿Qué
debemos hacer?
Juan
les responde: No maltraten a nadie, no hagan denuncias falsas.
Al
respecto, ¿se puede olvidar casos dolorosos como el siguiente?
El 13
de diciembre de 1984, un grupo de malos y cobardes militares
ingresan a la comunidad campesina de
Putis (Ayacucho-Perú).
Convocan con engaños a los campesinos,
refugiados en los cerros,
por miedo a las incursiones del grupo
terrorista Sendero Luminoso.
Con el pretexto de construir un criadero
de truchas,
los militares obligan a unos 123
comuneros, cavar una enorme fosa.
Quién se iba a imaginar que esa fosa iba
a ser su propia tumba.
Mientras los campesinos cavan, los
militares violan a las mujeres;
luego, asesinan a todos de seis en seis y los entierran en la fosa.
Ese día, hombres y mujeres, niños y
jóvenes, adultos y ancianos,
fueron “llevados al matadero como corderos y ovejas” (Is 53,7).
(Revista
SIGNOS, Lima, nº 6, sept 2009; cf. CVR,
VII, 2.14).
Ante
estas y otras injusticias que claman al cielo, los responsables:
¿Reconocen
sus culpas?... ¿Se arrepienten?... ¿Piden perdón?...
¿Son
capaces de reparar en algo a los familiares de tantas víctimas?...
La
verdadera reconciliación se basa en la
verdad y la justicia.J. Castillo A.
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