Domingo XXII, Tiempo Ordinario, ciclo B
Deut 4,1-8 - Stgo
1,17-27 - Mc 7,1-23
Lo fundamental en la “Tradición” de la
Iglesia son las enseñanzas
y las obras de Jesús, porque Él es: el camino que nos conduce a Dios…
la
verdad que nos hace
libres… la vida que nos colma de
alegría…
También
hay en la Iglesia “tradiciones y costumbres” que surgieron
a
lo largo del tiempo (ritos, lenguaje, manera de vestir, títulos, etc.);
y
que pueden ser cambiadas gracias al amor creativo (1Cor 13); pues
para
los cristianos no hay nada más creativo que el amor fraterno.
Tus
discípulos no respetan nuestras tradiciones
Desde que Jesús anuncia el Reino de vida
-en la región de Galilea-
la
gente sencilla que le escucha, comenta con entusiasmo: Habla con
autoridad
y no como los maestros de la ley (Mc 1,22). En cambio,
los
escribas y fariseos buscan desprestigiarlo y acabar con Él:
*Cuando
Jesús come en su casa con Leví, acoge también y come
con
muchos cobradores de impuestos y pecadores. Los escribas
y
fariseos al ver estos gestos audaces se ponen a criticar (Mc 2,15ss).
*Estos
‘guardianes’ de tradiciones humanas se
escandalizan porque
los
discípulos de Jesús no ayunan como hacen los de Juan (Mc 2,18).
*Un
sábado, Jesús sana a un hombre que tiene la mano paralizada.
De
inmediato, los fariseos van a ver a los partidarios de Herodes,
y
juntos buscan la manera de eliminar a
Jesús (Mc 3,1-6).
Esta
oposición crece y se convierte en una verdadera persecución.
Por
eso, mientras Jesús anuncia el Reino de Dios que es vida plena,
se
acercan a Él un grupo de fariseos y algunos escribas de Jerusalén,
con
la única finalidad de desautorizarlo. En efecto, al ver que algunos
de
los discípulos de Jesús comen sin lavarse las manos, preguntan:
¿Por
qué tus discípulos no siguen las tradiciones de los mayores?
En
seguida, Jesús desenmascara la hipocresía de esos “supervisores”,
y
apoyado en la verdadera tradición, responde: Este pueblo me honra
con los labios, pero su corazón está
lejos de mí. El culto que me dan
es inútil y la doctrina que enseñan son
preceptos humanos
(Is 29,13).
Ustedes
descuidan el mandato de Dios para seguir sus tradiciones
A continuación, Jesús hace este
comentario: Ustedes descuidan
el
mandamiento de Dios y se aferran a la tradición de los hombres.
Y
pone el siguiente ejemplo: Si un hijo da -como ofrenda sagrada-
una
propiedad o cierta cantidad de dinero, ya no está obligado
a
cumplir con el cuarto mandamiento: Honra
a tu padre y a tu madre.
Con
este modo de actuar, anulan la voluntad de Dios en nombre
de
unas tradiciones que solo benefician a los funcionarios del templo.
La
segunda lectura nos recuerda que: La
religión pura y sin mancha
a los ojos de Dios Padre consiste: en ayudar a los huérfanos y viudas
en sus necesidades, y en no contaminarse con la maldad del mundo.
Buena
oportunidad para examinar algunas costumbres y tradiciones:
*Nuestras fiestas patronales empiezan
con una Misa. Lo que sigue,
nada
tiene que ver con la Fracción del pan,
pues se trata de consumir
licores;
lo mismo sucede con ciertas
peregrinaciones. Los interesados
¿comprenderán
que con el precio de una botella de cerveza, pueden
comprar
entre 20 ó 40 panes y dar de comer a los que tienen hambre?
Al
respecto, el apóstol Pablo nos sigue reprochando cuando dice:
Mientras unos pasan hambre, otros están
borrachos
(1Cor 11,21).
*Hay
devotos preocupados de adornar imágenes
materiales, y no
hacen
nada por los que sufren, que son verdaderas imágenes de Dios:
Ante los casos de necesidad, no se debe
dar preferencia a los adornos
superfluos de los templos y a los
objetos preciosos del culto divino;
al contrario, podría ser obligatorio
vender estos bienes para dar pan,
bebida, vestido y casa a quien carece de
ello
(SRS, 1987, nº 31).
*Hay
también primeras comuniones y
matrimonios donde se da
más
importancia al alquiler de vestidos y a las fotografías… ¿Llegará
el
día en que compartirán sus tortas con los niños que: -tienen hambre,
-andan
mal vestidos, -viven y duermen en las calles? (Is 58,7).
Cuando Jesús entra en casa, sigue
enseñando a sus discípulos y les
dice:
Lo que sale del hombre es lo que
contamina al hombre, porque
del
interior de su corazón salen: malos
propósitos, fornicaciones,
robos, asesinatos, adulterios,
injusticias, maldades, engaños, vicios,
envidia, difamación, orgullo, falta de
juicio… Todas
estas maldades
salen
del interior y son las que contaminan al hombre.
Lo
que Jesús nos pide es conversión del corazón: La gloria de Dios
consiste en que el hombre y la mujer
vivan
(San Ireneo).
J. Castillo A.
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