Jesucristo, Rey del
Universo, ciclo A
Ez 34,11-17  -  1Cor
15,20-28  -  Mt 25,31-46
   En aquel día, al atardecer de la vida, todos seremos
examinados,
no por los innumerables mensajes, promesas, ceremonias,
oraciones…
sino por la ayuda
concreta que hacemos a los hermanos de Jesús.
Son benditos quienes dan de comer a los que tienen hambre…
y son malditos
los que no lo hacen… los egoístas, los indiferentes.
Acoger con
predilección a los más desprotegidos
   Según el Evangelio, Jesús es: Hijo del hombre, Rey, Pastor, Juez…
Sin embargo, no se
avergüenza de llamar hermanos (Heb 2,11) a los:
hambrientos, sedientos, forasteros, desnudos, enfermos, encarcelados.
Hoy, para hacer un mundo más fraterno no basta
decir: Señor, Señor;
debemos hacer la voluntad de Dios, siguiendo el ejemplo
de Jesús.
   Cierto día, Jesús ve a una gran
multitud, siente compasión y dice: 
No tienen necesidad
de irse, denles ustedes de comer (Mt 14,13ss).
   Tratándose de los discípulos
itinerantes que anuncian el Reino,
Jesús dice: El que
dé un vaso de agua fresca a uno de
estos pequeños, 
por ser mi
discípulo, no quedará sin recompensa (Mt 10,40-42).
   Cuando el rey Herodes busca al niño
Jesús para matarlo,
José toma de noche
al niño y a su madre, y huye a Egipto (Mt 2,14).
   Señal para reconocer a Jesús: Ustedes encontrarán un niño
envuelto en pañales
y acostado en un establo (Lc 2,12). Ahora bien,
Si un hermano o una
hermana están desnudos y alguno de
ustedes
no les da lo
necesario, ¿de qué sirve? Así es la fe sin obras (Stgo 2).
   Jesús nunca permanece indiferente ante
el sufrimiento humano:
En ese momento,
Jesús sana a muchos afligidos de
enfermedades,
dolencias, malos
espíritus, da la vista a muchos ciegos (Lc 7,21s).
   Sabiendo que llegaba su ‘hora’, Jesús
dice a sus discípulos:
No hay amor más
grande que dar la vida por los
amigos (Jn 15,13). 
Y por dar vida a personas marginadas, es arrestado y crucificado.
Sus discípulos siguen el mismo camino. Pedro y Juan, por
sanar
a un paralítico y anunciar a Jesús resucitado son
encarcelados (Hch 4).
“El amor a los pobres está al centro del Evangelio”
   En el Encuentro por tierra,
techo y trabajo, el Papa Francisco
se reunió con: cartoneros,
recicladores, vendedores ambulantes, 
costureros,
artesanos, pescadores, campesinos, constructores, 
mineros, obreros,
cooperativistas, trabajadores de oficios populares, 
excluidos de
derechos laborales, los que no pueden sindicalizarse
o no tienen un
ingreso adecuado y estable. A todos ellos les dijo: 
Hoy, quiero unir mi voz a la de ustedes y acompañarles en su lucha. 
   Su voz profética fue denuncia
y anuncio de los siguientes desafíos:
*¡Los pobres no solo padecen injustica,
también luchan contra ella!
Tampoco están
esperando de brazos cruzados la ayuda de ONGs,
planes asistenciales
o soluciones que nunca llegan o, si llegan, llegan
en una dirección:
anestesiar o domesticar. Esto es muy peligroso.
*Me preocupa la erradicación de tantos
hermanos campesinos…
El acaparamiento de
tierras, desforestación, apropiación del agua,
agrotóxicos… son
males que arrancan al hombre de su tierra natal…
*El hambre es criminal, la alimentación
es un derecho inalienable…
Sigan con la lucha:
por la dignidad de la familia rural, por el agua, 
por la vida. Que
todos puedan beneficiarse de los frutos de la tierra.
*¡Cuánto duele oír
que a los asentamientos pobres se los
margina
o, peor, se los quiere erradicar! Son crueles
las imágenes
de los desalojos
forzosos, de las máquinas derribando casitas.
*No existe peor
pobreza material que aquella que no permite 
ganarse el pan… y
priva de la dignidad del trabajo.
*Descarte de niños… descarte de ancianos que no producen…
descarte de jóvenes… para poder mantener y reequilibrar un sistema
en el cual en el
centro está el dios dinero y no la persona humana.
*La creación es un don, es un regalo, un
don maravilloso
que Dios nos ha
dado para que cuidemos de él y lo utilicemos
en beneficio de
todos, siempre con respeto y gratitud.
*Sé que entre ustedes hay personas de
distintas religiones, oficios,
ideas, culturas,
países, continentes. Hoy están practicando aquí
la cultura del
encuentro, tan distinta al rechazo del extranjero…  
*Los cristianos tenemos algo muy lindo, una
guía de acción,
un programa, podríamos decir, revolucionario. Les recomiendo
vivamente leer: las Bienaventuranzas (Mt 5,3ss; y Lc
6,20ss); 
y el pasaje de Mateo: 25,31-46. (Roma, 28 de octubre 2014). J. Castillo A.
 
 
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